Guía práctica para eliminar el molesto ruido de los frenos de disco de la bici
No hay duda de que los frenos de disco han constituido un avance indiscutible aplicado a la práctica de ciclismo de carretera. Prueba de ello es que no conocemos a ningún ciclista que, después de probarlos, haya regresado al freno de zapata. Pero nada es infalible. Buena parte de las quejas de los ciclistas vienen provocadas por el ruido. Ese maldito chirrido... Podríamos afirmar que los frenos de disco ruidosos encabezan la lista de problemas molestos para la mayoría de los ciclistas, tanto de montaña como de carretera.
El ruido en los frenos de disco puede ser molesto y afectar tu experiencia al montar en bicicleta. Además de solucionar estos ruidos, es importante asegurarse de que los frenos estén siempre en óptimas condiciones. De hecho, mantener un buen rendimiento en los frenos requiere revisiones periódicas. Si te preguntas cada cuánto tiempo deberías hacerle una revisión a los frenos de tu bicicleta, consulta nuestra guía para asegurarte de que tus frenos siempre estén en perfectas condiciones para garantizar una conducción segura.
¿Por qué suenan los frenos de disco?
Muchas veces, el ruido es motivado por la humedad, por la lluvia, la niebla o el paso por zonas encharcadas. En este caso, no hay problema: el ruido desaparecerá por sí solo. Otro ruido habitual es el sonido metálico que emite el freno de disco tras un descenso prolongado y con fuerte pendiente. El origen suele ser una deformación momentánea provocada por el calor en el disco. Cuando se enfría, el problema desaparece igualmente. También provocan un ruido estridente las pastillas de freno gastadas. En especial, cuando el desgaste es completo y es la placa trasera de metal la que fricciona directamente con el disco. En este caso, además, el riesgo de estropear el disco se multiplica. Otra fuente de molestos chirridos es la posible contaminación de las pastillas o/y los discos por culpa de la grasa o la suciedad.
Esto podría deberse a cualquier elemento contaminante con el que pudiéramos tropezar en nuestra ruta, como grasa suelta en el asfalto. En otros casos, podría deberse a alguna fuga de líquido de frenos causada por desgaste del sellado de los pistones. De este modo, cuantos más km recorras, mayor será la posibilidad de tener problemas en este aspecto. Otra causa podría ser algún fallo en el ajuste de los frenos. Si las pastillas y/o las pinzas no están alineadas correctamente, pueden causar vibraciones que provocan ruido. Lo mismo puede ocurrir si los pernos y otros elementos no se aprietan correctamente. El compuesto con el que están fabricadas las pastillas puede influir también en el ruido del sistema de frenado de tu bicicleta. Las denominadas pastillas orgánicas tienden a ser más silenciosas que las metálicas. Si decides cambiar pastillas de distinto material al que tienes ya montado, asegúrate de que los discos son compatibles con el mismo para asegurar un funcionamiento óptimo. Hasta aquí, la solución es sencilla. El problema viene cuando el molesto chirrido persiste con el paso de los días. En el peor de los casos, podría estar provocado por algún tipo de fallo en el sistema de frenado. Si no le prestamos atención, el problema puede llegar a poner en riesgo nuestra seguridad.
¿Cómo solucionar el ruido en los frenos de disco?
Detectada la causa, solucionar el problema es relativamente sencillo. La primera medida es realizar una limpieza correcta de los discos y las pastillas de freno. Para ello deberás emplear un limpiador específico para frenos de disco. Normalmente, este tipo de producto tiene una base de alcohol isopropílico (también conocido como isopropanol) que garantiza una rápida evaporación y no deja residuos. Aplica una cantidad generosa sobre los discos, empleando un paño limpio. Aprovecha para revisarlos, por si sufrieran alguna curvatura o deformación. Si así fuera, una alineación perfecta de las piezas será imposible, la frenada resultará mucho menos efectiva y el ruido persistirá. Aunque los discos son de acero, no están preparados para soportar ninguna fuerza lateral. Pueden doblarse con facilidad si, por ejemplo, apoyamos la bici sobre uno de ellos accidentalmente.
En cuanto a las pastillas de freno, lo ideal es retirarlas de su pinza, revisarlas y limpiarlas convenientemente. Unas pastillas con una superficie brillante o cristalizada puede ser el síntoma de unas pastillas contaminadas o gastadas en exceso. Llegado este punto, es posible que chirríen, además de que no cumplirán adecuada su función. A veces, el calor, puede provocar este efecto. Lijar un poco las pastillas (con lija de grano fino) para que su textura se vuelva un poco más rugosa sería una medida suficiente para que el sistema vuelva a funcionar correctamente. Es importante tener precaución al aplicar lubricante o desengrasante a la transmisión. Evita los aerosoles, ya que es fácil rociar accidentalmente el sistema de frenado. O, al menos, protege la zona convenientemente. En el caso de que las pastillas estén contaminadas con líquido de frenos o con algún lubricante, lo mejor que puedes hacer es cambiarlas cuanto antes, ya que tiene difícil solución. El rendimiento se resentirá y el ruido irá en aumento.
El ruido provocado por pastillas de freno contaminadas tiene difícil solución, por lo que lo mejor es reemplazarlas.
Al quitar las pastillas, puedes aprovechar para limpiar e inspeccionar la pinza para ver si hay signos de fugas de líquido de frenos de los pistones o si los sellos parecen desgastados. Ante cualquier señal de fuga, lo mejor es acudir a tu mecánico de confianza. Para un correcto funcionamiento, los frenos de disco deben estar alineados correctamente. Es decir, el disco debe estar centrado entre las pastillas de freno para que ambas lo muerdan al mismo tiempo y con la misma fuerza. Esto es particularmente importante en los sistemas de frenos de disco de carretera, donde el disco cuenta con un espacio mínimo entre las pastillas.. Para realizar esta labor correctamente, puedes hacer lo siguiente: afloja los tornillos que unen la pinza al cuadro para permitir que se mueva libremente; gira la rueda y aprieta el freno; con la maneta del freno presionada, aprieta los tornillos asegurándote de que la pinza no se mueva. Al soltar la maneta, las pastillas de freno debería estar centradas. Si fuera necesario, repite la operación. Otra operación que debes tener en cuenta es la alineación de los discos al montar la rueda para evitar el roce con las pastillas.
Si tu bicicleta cuenta con cierre rápido, aségurate de que la rueda quede centrada. La mejor manera de hacer esto es apretar la rueda mientras la bici está en el suelo. Esto permite que la gravedad contribuya a centrar la rueda. Si tu bicicleta tiene ejes pasantes, no es necesario este paso, ya que la rueda se centra a medida que se aprietan.
Con estos simples consejos, los chirridos de tus frenos de disco deberían desaparecer. Si, aun así, persisten, habría que pensar en problemas más complejos. El problema podría radicar en los puntos de unión del sistema de frenado con el cuadro. Podría deberse a un exceso de material que impidiera un adecuado centrado, pero esa es una posibilidad más remota. Otra causa podría ser un purgado incorrecto de los frenos hidráulicos. Si el circuito está lleno de líquido, es posible que los pistones no se retraigan por completo, lo que puede provocar el roce permanente con el disco. A veces, incluso, son los pistones los que pueden causar fricción y ruido, en caso de desgaste o falta de lubricación. En cualquier caso, y ante la duda, lo mejor es acudir a tu tienda de confianza.