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4 ciclistas colombianos de los 80 que marcaron una época

4 ciclistas colombianos de los 80 que marcaron una época

Leyendas del ciclismo colombiano en los años 80 que dejaron huella

¿Te acuerdas de ellos? Para muchos de los actuales aficionados al ciclismo, los años 80 y 90 del siglo XX supusieron la primera toma de contacto con el mundo de los pedales. Las retransmisiones televisivas de las grandes vueltas ciclistas llevaron al salón de casa, y a los ojos de muchos niños, grandes gestas en la Vuelta a España, el Giro de Italia o el Tour de Francia. También convirtieron en familiares a ciclistas que, con el paso de los años, han pasado a engrosar las mejores páginas de la historia de este deporte. En esa memoria sentimental hay un hueco muy especial para los profesionales colombianos. Ciclistas llegados de un lugar que por entonces parecía muy lejano y que en ocasiones eran vistos como auténticos especialistas de la montaña por el resto del pelotón. Hoy volvemos a nombrar sobre aquellos abnegados luchadores de la montaña que tanto nos hicieron vibrar en el sofá.

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Lucho Herrera, el precursor

Lucho Herrera fue el predecesor de la figura del escalador colombiano que triunfa en Europa. Antes de su meteórica irrupción, los ciclistas de su país tenían serias dificultades para rendir a gran nivel cuando pisaban España, Italia o Francia, pero el Jardinerito de Fusagasugá, como se le apodaba, rompió todos los moldes. Ganó 3 etapas del Tour (entre ellas, en el Alpe d'Huez) y otras 3 en el Giro, así como las victorias generales en la montaña a finales de los 80. Pero su mayor gesta llegó en 1987, cuando se llevó la Vuelta a España, junto con una etapa y la clasificación de la montaña. Rivales como Laurent Fignon o Pedro Delgado no pudieron acercarse a menos de 3 minutos del corredor del Pilas Varta-Café de Colombia, un tirano en la montaña y un astuto estratega en las etapas llanas. Él es considerado un héroe nacional en su país.

Fabio Parra, el más completo

Si Lucho Herrera abrió caminos que hasta entonces parecían vetados para los ciclistas colombianos, Fabio Parra los amplió. El corredor del Kelme o el Seguros Amaya no solo se desenvolvía bien en la montaña, sino que ofrecía un rendimiento más que aceptable en las etapas contrarreloj. Fruto de esa versatilidad fueron el tercer cajón del podio en el Tour de Francia de 1988 -el de Perico Delgado- y el segundo en la Vuelta a España de 1989. En cuanto a ese tercer puesto en los Campos Elíseos, fue la primera vez que un colombiano llegaba tan alto. Hasta que en 2013 y 2015 Nairo Quintana se coronara subcampeón de la ronda gala, en Colombia era considerada una hazaña muy difícil de repetir. Para el recuerdo queda la etapa 13 de la Vuelta a España de 1991, entre Ezcaray y Valdezcaray (La Rioja), una exigente cronoescalada en la que superó a Miguel Induráin, Anselmo Fuerte o Perico Delgado. En aquella sexta participación en la competición española, que ganó Melchor Mauri, lograría la quinta plaza final.

Oliverio Rincón, el sucesor

Oliverio Rincón Quintana fue uno de esos escaladores que pusieron muy alto el nombre de Colombia en los años 90. Logró algo reservado a muy pocos; conseguir al menos una etapa de montaña en las tres Grandes Vueltas. De orígenes muy humildes, su nombre entró en el radar de la atención pública cuando, con apenas 21 años, arrebató la Vuelta a Colombia de 1989 a Fabio Parra. Desde entonces muchos lo consideraron su sucesor natural. Cuarto en la Vuelta a España de 1993, muchos aún recuerdan su exhibición en la etapa 17, con inicio en Santander y línea de meta en los Lagos de Covadonga. Ni los 231 kilómetros de etapa ni los 8 puertos de montaña intimidaron al colombiano, al que solo 31 segundos separaron del tercer puesto ocupado por Laudelino Cubino.

Álvaro Mejía, con la miel en los labios

Mejía, que hoy tiene 50 años, fue profesional entre 1989 y 1997. Después de mostrar sus enormes facultades en su Colombia natal, en 1990 una confluencia de factores hizo que diera el salto a Europa para debutar en la Dauphiné Libéré. Los Alpes franceses fueron testigo de sus facultades, que le permitieron apuntarse una etapa y el tercer puesto en la general. Con 23 años parecía preparado para todo en el viejo continente. En 1991 se impondría en la Vuelta a Galicia, y dos años después obtendría la que sería una de las mayores gestas de su carrera, el cuarto puesto en la general del Tour de Francia.

Durante todo un verano mantuvo en vilo a un país, Colombia, que vio en él al elegido para situarse al lado de los más grandes. No en vano, hasta la penúltima etapa, de contrarreloj, se encontraba en el segundo puesto de la general por detrás de Miguel Induráin. El ciclismo fue cruel con el colombiano, que tuvo que ver como Tony Rominger y Zenon Jaskula le echaban del podio para situarse segundo y tercero, respectivamente.

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