Seguro que esto te suena: vas a salir a andar en bici, miras por la ventana y parece que los árboles de ahí fuera van a salir volando. Pero hay que salir a pedalear; quedarte en casa no es una opción.
Vamos a ver cómo podemos convivir con el viento al rodar con la bici por la carretera. Sin duda, uno de los fenómenos meteorológicos con peor reputación entre los ciclistas; especialmente, si sopla en contra.
Aprende a convivir con el viento
Aprender a gestionar esta situación es importante. Si vives en España, existes extensas zonas de la Península donde el viento suele ser habitual. En una ciudad como Zaragoza, por ejemplo, el viento sopla durante más de 200 días al año. Casi nada...
El viento de cara es un auténtico fastidio. Hasta la escalada más dura tiene un final, pero el viento puede entorpecer tu entrenamiento durante días y días. Incluso en una jornada apacible, un tramo de viento en contra puede convertirse en una tortura.
Para hacerte una idea, pongamos un ejemplo.
Imagina que ruedas por terreno llano y en calma a una velocidad de 25 km/h. Imagina ahora que que se levanta un viento en contra de 15 km/h. Nada excepcional, la típica brisa que agita las banderas. Para alcanzar la misma velocidad, el esfuerzo que debes realizar es equivalente a ascender una pendiente del 2,4%.
Si la velocidad del viento fuera el doble (30 km/h), que resulta ya bastante molesto, sería el equivalente a rodar por una pendiente del 6%. Imagina subir un puerto con una media del 6% a 25 km/h. Un ritmo de corredor profesional.
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Imagen: Thomas Maheux / A.S.O.[/caption]
Pero seamos positivos. Cuando el viento sopla en contra, puedes emplearlo para mejorar tu forma física. Cada metro que pedaleas, te hace trabajar con mayor intensidad.
El viento en bicicleta implica mayor exigencia física, pero también cierta fortaleza mental para no venirse abajo. Un truco sencillo es plantearse pequeñas metas a lo largo de tu recorrido, como si fuera la ascensión de un puerto: ese repecho que estás a punto de coronar, el final de esa recta, aquel ciclista al que vas a adelantar... Después de muchos días entrenando contra el viento, rodar en calma te permitirá comprobar la mejora de tu forma física.
En cualquier caso, no permitas que el viento te impida salir a pedalear, a no ser que sea tan fuerte que tu bicicleta se vuelva ingobernable, con el consiguiente peligro.
Adapta tu desarrollo
Hay ciclistas empeñados en luchar contra el viento de manera casi heroica. Los detectarás porque pedalean atrancados, con una cadencia casi ridícula, a cámara lenta. Como si rodar con un desarrollo liviano les pareciera indigno.
Evita esa imagen a toda costa. Además de resultar patético, tus rodillas y tu motivación sufrirán mucho menos. Tómate el viento de cara como si fuera una subida. Sube piñones y rueda con una cadencia alegre, sin preocuparte por la velocidad. Recuérdalo: en un cuerpo a cuerpo, el viento gana siempre, y por
K.O.
Adopta una postura aerodinámica
Cuando pedaleamos, entre el 70 y el 80% de la resistencia contra el viento del conjunto bici-ciclista corresponde a nuestro cuerpo. Para pedalear contra el viento, baja tu posición sobe la bici hasta que tu espalda quede casi plana.
Coloca las manos en las manetas del freno o en la parte baja del manillar. Intenta que los antebrazos mantengan una posición lo más horizontal posible. La idea es que el viento no impacte directamente en tu cuerpo, sino que se deslice.
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Imagen: Gorfer (Getty Images).[/caption]
Puede que te sientas extraño al rodar acoplado como un contrarrelojista a 20 km/h o menos, pero cualquier ventaja aerodinámica cuenta. También es cierto que para algunos ciclistas rodar apoyado en la parte baja del manillar durante mucho tiempo supone un esfuerzo excesivo. Por lo tanto, es recomendable entrenar esta posición de vez en cuando para tener cierto hábito.
Cuando el viento es fuerte, notarás de inmediato cómo cada cambio de postura repercute directamente en tu rendimiento aerodinámico. Busca tu posición ideal, colocando las manos en distintas partes del manillar, moviendo los codos hacia dentro y hacia fuera, o cambiando la posición de la espalda ligeramente. Todo es cuestión de práctica.
Cuida tu equipación
La ropa holgada puede ser tu perdición en jornadas de viento en contra o viento lateral. Puede que te conviertas en una especie de
velero a la deriva. Además, es un pecado estético mortal para un ciclista con aspiraciones. Imagina, por ejemplo, que te pones un chubasquero para bajar un puerto. Es habitual que esta prenda no se ajuste perfectamente al cuerpo, por lo que empieza a agitarse como si fuera una bandera, frenando claramente nuestra marcha.
Contra el viento, mejor en grupeta
En jornadas ventosas, es recomendable rodar en grupo. Se te pasarán los kilómetros volando, nunca mejor dicho. Para que te hagas una idea, pedalear a rueda permite ahorrar en torno a un 35% de energía respecto al ciclista que rueda en la primera posición del grupo.
De todas formas, ten la precaución de no pegarte demasiado al neumático del ciclista que te precede. Si la rozas, serás víctima del clásico afilador. Puedes salir despedido y caerte al suelo, con el consiguiente peligro para ti y para tu grupeta.
Si el viento es lateral, la protección sólo será posible si te colocas en el lado opuesto a la dirección de la que viene el viento. En tal caso, ten en cuenta que en España la ley prohíbe circular en paralelo a más de dos columnas de corredores.
Adapta tus recorridos al viento
Cuando salgas a pedalear con viento, elige recorridos con protecciones, de modo que disfrutes de alguna tregua durante la ruta: los fondos de los calles, los bosques, la protección de las montañas...
Otra opción es diseñar recorridos con cambios de sentido. Y si no, pedalea contra el viento hasta que te aburras y regresa con viento a favor. Te irás creciendo conforme se acerque el final de tu recorrido y llegarás a casa pensando que eres mejor ciclista del que en realidad eres. 😀
Con viento a favor, tendrás la tentación de dejarte llevar o de pedalear con suavidad. Si te quedan fuerzas, no lo hagas. Aprovecha par seguir aplicando fuerza y llegar al final de tu salida hecho un titán. Plato grande, piñón pequeño, y a tope hasta
meta. Recuperarás el tiempo perdido y tu entrenamiento resultará más completo.
Cuidado con el vientos lateral y racheado.
Si el viento de cara es incómodo, el viento lateral puede ser igualmente molesto. Y peligroso. Cuando es constante, suele ser fácil de gestionar. El problema surge con los vientos racheados. En este caso, deberás extremar las precauciones. Y muy especialmente si tu bici monta ruedas de perfil ancho.
Si ruedas por carreteras con tráfico intenso, ten en cuenta las turbulencias de los vehículos pesados que circulan en tu sentido de marcha. Asimismo, no es recomendable pedalear por el extremo derecho del asfalto, ya que un golpe de viento podría mandarte a la cuneta.
Otro asunto clave es gestionar rachas de viento en descensos acusados y revirados. En este caso, los cambios de dirección y la inclinación de nuestra bici pueden desestabilizarnos. Mucho ojo también a la salida de los túneles. Podrías encontrarte con una racha de viento inesperada.
En situaciones de viento lateral intenso, pedalea en lugar de dejarte caer por la pendiente. Cuanto más tracción, más manejable resultará tu bicicleta. Baja la posición de tu cuerpo y aplica fuerza sobre la rueda delantera, que es la que te puede meter en problemas. En este sentido, cuanto más anchas sean las cubiertas, más se pegarán al suelo, lo que aportará un plus de seguridad y estabilidad.
En cualquiera de los casos, un poco de práctica y calma te permitirá solventar estas situaciones. Si permites que el miedo te atenace, tu posición en la bici se volverá rígida, En consecuencia, la bici será inestable y te pondrás en peligro.
En muchas ocasiones, es el miedo el causante del accidente, en lugar del viento. Cuanto más te obsesionas con una situación del peligro, más riesgo tienes de caer en su trampa.