“¿Dónde está Nairo? No sé nada de su preparación”, preguntó Nibali hace unas semanas en el Dauphiné Liberé, como insinuando que el colombiano había querido evitar los controles de la carrera francesa, considerada el banco de pruebas perfecto para el Tour. La respuesta de Quintana fue clara: “Entrenando en mi casa”, antes de contraatacar: “Hablan de un lugar como Colombia como si fuera una selva perdida, lejos de todo. Hace dos años también dijeron que soy hijo de una familia pobre. No son ricos, pero tampoco pobres”.
Días después, el propio Nibali quiso bajar el tono: "No quise desacreditar a un país como ha dicho Quintana. Solo pregunté dónde se estaba entrenando porque no le habíamos vuelto a ver desde Romandía. No hubo mala intención. Quintana es uno de los favoritos, si no el primero para el Tour”.
El hecho de que el vigente campeón del Tour pusiera el foco sobre el más joven de sus rivales, y el único que no ha ganado la prueba, dice mucho del respeto que impone Nairo Quintana en el pelotón. Ni Contador, ni Froome: Quintana. En un Tour que reúne lo mejor del ciclismo de carretera, el colombiano ha capturado el corazón de los románticos del deporte, esos que esperan ver un Tour legendario, capaz de romper los esquemas tácticos y la previsibilidad de ediciones pasadas.
Nibali ganó en 2014 sin rivales. Froome dominó en 2013 con el todopoderoso Sky. Contador ganó en 2010, pero su título fue anulado por el caso de clembuterol. La historia reciente necesita una edición que devuelva la emoción a los puertos, que rescate el ciclismo de ataque. Y por eso todos los ojos apuntan a los cuatro grandes del momento: Contador, Froome, Nibali y Quintana.
La preparación ha sido tan meticulosa como variada. Nibali, por ejemplo, se ha entrenado en el Teide, al igual que Froome. Zonas de altitud perfectas para afinar el rendimiento en grandes vueltas, ya sea sobre bicicletas de carretera de alta gama o incluso, en fases de carga general, alternando sesiones con bicicletas de montaña para trabajar la potencia y el control técnico. Muchos ciclistas, incluido Quintana, aprovechan este tipo de bici en Colombia para rodar en caminos rurales, entrenar fuerza y mejorar la capacidad respiratoria en altitud.
Froome llega tras ganar el Dauphiné, con solo 27 días de competición, y con el equipo Sky como su gran fortaleza. Contador, más veterano, ha optado por el reto del doblete Giro-Tour, que exige una preparación mucho más agresiva. Su victoria en el Giro, a lomos de una de las bicicletas más ligeras del pelotón, mostró su inteligencia táctica más que su brillantez física. ¿Le pasará factura?
Y en la otra esquina está Nairo. El chico que subía 16 kilómetros cada día para ir al colegio, en una bici de montaña básica, con el esfuerzo cotidiano como motor. Ahora, sobre una bicicleta de carretera con la tecnología más avanzada, lidera el Movistar Team junto a Alejandro Valverde, y encarna la esperanza de un país entero. Su talento natural, su capacidad para escalar sin despeinarse y su frialdad para elegir el momento exacto del ataque, le convierten en uno de los favoritos para coronarse en los Campos Elíseos.
El Tour 2015 es una historia aún por escribir, pero todo apunta a que será el más abierto en años. El recorrido, con etapas alpinas y pirenaicas de gran dureza, tramos de pavé y cronos técnicas, pondrá a prueba no solo a las piernas, sino también a la estrategia de equipo, el control emocional y la resistencia. Será una batalla de grandes nombres y de grandes máquinas, con bicicletas diseñadas al milímetro para rendir en cada terreno, ya sea subiendo el Tourmalet o bajando el col de Manse a 90 km/h.
Y en ese escenario, el equilibrio entre entrenamiento en altura, planificación milimétrica y el uso inteligente tanto de bicicletas de carretera como de bicicletas de montaña durante la preparación, puede marcar la diferencia.
Porque al final, en el Tour, todo cuenta. Hasta el más mínimo detalle. Y este año, todo huele a épica.