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Éste es el impacto medioambiental que generan las bicicletas

Éste es el impacto medioambiental que generan las bicicletas

¿Quieres saber cuál es la huella de carbono real de una bicicleta?

Uno de los aspectos más destacables del ciclismo es su impacto en el medio ambiente. Las bicicletas no emiten gases de efecto invernadero durante su uso, lo que las convierte en una solución de transporte ideal para reducir la contaminación atmosférica en las grandes ciudades. Además, apenas generan contaminación acústica y su impacto en el desgaste de la superficie por donde pasa, ya sea el asfalto de una calle o un camino forestal, es mínimo. No hay dudas, ningún otro vehículo tiene una mejor reputación medioambiental como la bicicleta. Sin embargo, no es cierto que una bicicleta no emita ningún tipo de emisión contaminante. Como cualquier otro producto industrial, para saber su huella de carbono no basta con fijarse en su uso, sino que hay que tener en cuenta todo su ciclo de vida, desde la extracción de los materiales que se necesitan para su construcción al proceso de fabricación, la distribución y la gestión de sus residuos. Y eso es lo que hemos hecho en Tuvalum. Dentro de nuestra apuesta por liderar la sostenibilidad de la industria de la bicicleta hemos medido el papel que pueden jugar las bicicletas en la lucha contra el cambio climático. Para ello nos hemos apoyado en diversos estudios científicos e informes relacionados con la movilidad, el impacto de los diferentes medios de transporte más utilizados y los procesos industriales de fabricación. ¡Incluso hemos tenido en cuenta el gasto energético del ciclista mientras de desplaza en bici!

Una de las mejores decisiones que puedes tomar como iniciativa personal para combatir el cambio climático es subirte a la bicicleta. Mejor aún si es una bicicleta de segunda mano reacondicionada.

Cuanto más la uses, menos contaminas


Si analizamos el impacto medioambiental de la bicicleta como medio de transporte, a estas alturas no quedan dudas de que se trata de la solución más eficiente y sostenible en los desplazamientos cortos urbanos. De hecho, algunos estudios científicos han calculado que si sustituyéramos el coche por la bicicleta para realizar desplazamientos urbanos de menos de 8 kilómetros se ahorrarían más de 7 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año. La huella de carbono de una bicicleta es de tan solo 21 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. No es una cifra exacta, ya que el impacto ambiental de una bicicleta urbana de aluminio de gama básica no es el mismo que el de una bicicleta eléctrica de alta gama. La extracción y transformación del litio para las baterías o el consumo de electricidad para recargarlas influyen notablemente en la huella de carbono de las e-bikes. También tiene importancia el material con el que se fabrican los cuadros y componentes, así como la logística desde los centro de producción a la tienda donde compras la bicicleta. Ten en cuenta que más del 90% las bicicletas que se venden en todo el mundo se fabrican en el sudeste asiático. Pero teniendo en cuenta todos los estos factores y otros que han sido objeto de análisis por diversos estudios científicos, podemos concluir que por término medio una bicicleta genera a la atmósfera 21 gramos de CO2 por cada kilómetro recorrido -al hablar de CO2 no sólo nos referimos al dióxido de carbono, sino que también incluimos otros gases de efecto contaminante como el NO2 que constituyen lo que se llama 'huella de carbono'-. Ningún otro medio de transporte privado tiene un impacto en emisiones más bajo. Una curiosa conclusión a la que llegó una investigación del Instituto Técnico de Massachusetts en 2010 es que la huella ambiental de un ciclista que se mueve en bicicleta es la misma que la de un peatón que se desplaza caminando.

Medio de transporte Huella de carbono
Bicicleta 21 gramos de CO2 por kilómetro recorrido
Autobús 101 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido
Tren 202 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido
Coche 271 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido
Avión (Boeing 737) 337 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido
Furgoneta 996 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido
 
Este cálculo de CO2 tiene en cuenta también las infraestructuras necesarias (carreteras, vías ferroviarias, aeropuertos, etc.), el mantemiento del propio vehículo y la producción del combustible necesario para su uso. Otro detalle que conviene no pasar por alto es el hecho de que pedalear en una bicicleta no emite dióxido de carbono, mientras que un coche emite una gran cantidad de gases de efecto invernadero. Esto significa que cuanto más uses la bicicleta, menos contaminas porque estás compensando con su uso los residuos emitidos a la atmósfera durante el proceso de fabricación.


¿Cuánto contamina una bicicleta de carbono?

Hablamos ahora del coste medioambiental que supone fabricar una bicicleta. Aquí entran en juego varios factores a considerar:

  • La extracción de las materias primas (aluminio, acero, etc.).
  • La transformación de estas materias primas.
  • La producción y fabricación del cuadro.
  • La producción y fabricación de los componentes.
  • El ensamblaje.
  • La logística desde cada uno de los centros de extracción, producción y distribución al cliente final.
Fabricar una bicicleta de gama accesible para uso urbano, con un cuadro de acero y un peso de entre 17 y 20 kilos genera 96 kilogramos de CO2 en concepto de huella medioambiental. Cada kilo de acero que se produce en la industria tiene un impacto de 1,9 kilos de CO2. En el caso del aluminio, el material más utilizado en la industria de las bicicletas, esta cifra se eleva hasta los 18 kilos de CO2 por cada kilo de materia prima. Se estima que la minería de aluminio es responsable del 1% de las emisiones de efecto invernadero a nivel mundial.
Reciclar un cuadro de carbono requiere más gasto económico y consumo energético que fabricar uno nuevo.
Más problemáticas desde el punto de vista de su impacto ambiental son las bicicletas de carbono. Las fibras de carbono son un material sintético elaborado a partir del petróleo. Su proceso de fabricación emplea grandes cantidades de energía, agua y el uso de resina tóxicas que generan un volumen muy alto de residuos. Entre el 20% y el 30% de las fibras de carbono se vuelven inutilizables durante el proceso de producción. Fabricar un cuadro de bicicleta de carbono genera tres veces más CO2 que fabricar un cuadro de aluminio. Otra diferencia notable es que el aluminio puede reciclarse para ser utilizado en la fabricación de nuevos productos. ¡E incluso para volver a hacer otros cuadros de bicicletas! Pero el carbono es un material muy difícil de reciclar y los cuadros suelen acabar en vertederos o tirados al fondo de ríos y mares. Reciclar un cuadro de carbono requiere más gasto económico y consumo energético que fabricar uno nuevo.


El problema medioambiental de las bicicletas eléctricas

Las bicicletas eléctricas se han convertido en toda una revolución, no sólo en lo que respecta a la industria del ciclismo deportivo, sino también en el sector del transporte. Se estima que para 2030 el mercado de las e-bikes alcanzará los 89.000 millones de dólares. Realmente son una alternativa más sostenible que el coche o la motocicleta en los desplazamientos urbanos. Y también ofrecen nuevas experiencias deportivas cuando se trata de bicicletas de montaña eléctricas. Pero suponen un problema a nivel medioambiental. La huella de carbono de una bicicleta eléctrica no es inferior a los 300 kilogramos de CO2, llegando a superar los 400 kilos en el caso de aquéllas que cuentan con motores más potentes, baterías de mayor autonomía y un nivel de equipamiento superior. ¿Recuerdas que antes hablábamos del impacto ambiental que supone fabricar una bicicleta de carbono? Añádele un motor eléctrico y una batería de iones de litio. La mayor parte de la huella de carbono de una e-bike procede de la extracción y transformación de los metales pesados y elementos que se necesitan para la fabricación de las baterías y componentes eléctricos. Las baterías de litio contienen materiales tóxicos, com el cobre, el níquel o el plomo y su vida útil es relativamente corta (entre los 3 y los 6 años). No pueden desecharse en un vertedero y necesitan de un complejo tratamiento para evitar su descomposición una vez que han dejado de funcionar. La contaminación por estas baterías puede durar más de 400 años. Es por ello que el reciclaje de las baterías de las bicicletas eléctricas es uno de los grandes retos que tiene en esta década la industria de las bicicletas para cumplir con sus propósitos de sostenibilidad.


Bicicletas reacondicionadas, la opción más sostenible

En comparación con cualquier otro vehículo y medio de transporte una bicicleta es la opción más sostenible, sobretodo si es una bicicleta de segunda mano reacondicionada. Y a esta ventaja hay que añadir su aportación en términos de salud. Si tomamos en cuenta el uso de la bicicleta como hábito deportivo, su impacto es igualmente notable. Practicar ciclismo nos ayuda a mantenernos en forma, activa el cuerpo realizando un ejercicio cardiovascular y muscular sin impacto en las articulares y nos introduce en hábitos de vida saludables. A largo plazo esto contribuye a un ahorro de cientos de millones en gasto sanitario. Moverse en bicicleta reduce la tasa de dolencias y enfermedades cardiovasculares relacionadas con la vida sedentaria tan extendida en las zonas urbanas. Además, el impacto medioambiental del ciclismo deportivo es muy contenido, ya que no es necesario construir infraestructuras que degraden el medio ambiente. El ciclismo en ruta utiliza las carreteras ya construidas y amortizadas por el automóvil. Y la práctica de mountain bike se realiza sobre vías pecuarias y sendas con un impacto muy reducido en términos de ruido o de degradación del medio. A estas alturas contamos con estudios y con evidencias empíricas que pocos discuten sobre los beneficios de fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte, como medio deportivo y, en combinación de ambas vías, como elemento fundamental en la descarbonización y la lucha contra el cambio climático.

Gracias a nuestro modelo de economía circular en Tuvalum hemos contribuido a ahorrar la emisión de más de 3.500 toneladas de CO2 a la atmósfera.

Cualquier estrategia que fomente el uso de la bicicleta como vía para reducir el cambio climático debe incluir la economía circular. Si has decidido aparcar el coche y subirte a la bicicleta o estás pensando en sustituir el gimnasio con salir a realizar rutas de mountain bike con tus amigos, comprarte una bicicleta de segunda mano es la opción más sostenible. La bicicleta que menos impacto medioambiental genera es la que ya ha sido fabricada. Esta alternativa es especialmente sensible en el ámbito del ciclismo deportivo, donde las marcas cada vez apuestan más por el carbono como material para construir los cuadros de sus bicicletas. La fibra de carbono es un material que tiene un proceso de reciclaje muy complejo y costoso. Como hemos visto, reciclar un cuadro de carbono es caro y consume muchos recursos energéticos. Comprarse una bicicleta de carbono nueva cada dos años no parece una opción muy sostenible en términos medioambientales. De ahí la necesidad de generar un ciclo de economía circular que permita que esa bicicleta que se deja de usar no termine en un vertedero o aparcada en un trastero. Una de las mejores decisiones que puedes tomar como iniciativa personal para combatir el cambio climático es subirte a la bicicleta. Mejor aún si es una bicicleta reacondicionada, ya que evitas el impacto en materia de residuos que genera la fabricación de una nueva. Es lo que hacemos en Tuvalum y una de las razones por las que apostamos por nuestro modelo de economía circular reacondicionando y dándole una vida más larga y de mayor calidad a la bicicletas.

Teniendo en cuenta la huella de carbono de una bicicleta nueva, en Tuvalum hemos contribuido a ahorrar la emisión de más de 3.500 toneladas de CO2 a la atmósfera.

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Fuentes y estudios que se han utilizado para la elaboración de este infome:

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