Michal Kwiatkowski fue campeón del Mundo en Ponferrada en 2014 y está considerado como uno de los grandes talentos del ciclismo en los últimos años. Pero David Brailsford, el jefe del Sky, ha decidido dejarlo fuera del equipo del Tour de Francia 2016. Y no hay ni lesión ni conflicto de por medio.
Por sorprendente que parezca, la única razón es que el polaco no ha dado el nivel en el calendario de aproximación a la Grande Boucle, y que a día de hoy el Sky es como una especie de selección mundial de corredores, elegida para no dejar ni un cabo suelto en la cabalgada de Froome hacia su tercer maillot amarillo en París: Geraint Thomas, Mikel Landa, Wouter Poels, Sergio Henao, Vasil Kiryienka, Mikel Nieve, Ian Stannard y Luke Rowe.
Digamos que los cuatro primeros saben disputar una clasificación general, que Kiryenka ha sido oro mundial en contrarreloj, que Mikel Nieve ha ganado hasta tres etapas reina de montaña entre Giro y Vuelta y que Stannard y Rowe han tocado el top 5 en Flandes y Roubaix.
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Mientras la prensa especializada se pregunta por si es el mejor equipo jamás visto en el Tour de Francia, Alberto Contador, que como Froome busca su tercer triunfo en los Campos Elíseos, habla de que no quedará más remedio que “cederles el testigo de controlar la carrera. Tienen un equipazo”.
En la última gran referencia previa al Tour, el Dauphiné Libéré, el Sky sembró el pánico en la montaña: Mikel Landa, Wouter Poels y Sergio Henao fueron los eslabones de la cadena de control, capaces de marcar un ritmo tan extenuante que nadie pudo atacar a su jefe. Y si ellos iban en una quinta marcha, sólo apta para los más grandes, Froome incluso tuvo una sexta para rematar y ganar la carrera. Siempre que ha vencido en el Dauphiné, el británico se ha terminado imponiendo en el Tour (2013 y 2015).
"La prensa especializada se pregunta por si es el mejor equipo jamás visto en el Tour de Francia"
Por eso, muy pocos se atreven a decir que el corredor nacido en Kenia hace 31 años no es el gran favorito. Llega con 27 días de competición y con un plan de entrenamientos dirigido a no flaquear en la tercera y decisiva semana, la que casi le cuesta el Tour el año pasado, cuando Nairo Quintana se desbocó en Alpe d’Huez.
En cierto modo, aquel día, cuando el colombiano de Tunja puso en jaque al Sky con una impresionante cadena de ataques a la que finalmente no pudo contestar Richie Porte -el australiano salvó después a Froome llevándolo a rueda con un ritmo que permitió defender los dos minutos de colchón-, es el que conservan en la retina los aficionados que creen posible asaltar primero al Tren del Sky y después vencer a Froome en el mano a mano.
Y en espera de ver si vuelve la mejor versión de Contador, casi todos señalan a Quintana como el mejor para la tarea. El colombiano, subcampeón en los dos Tour de su máximo rival, llega a la salida de Mont Saint Michel tras exhibirse en la Ruta del Sur y superar al campeón británico en la Volta a Catalunya y el Tour de Romandía.
Nairo dice haber tomado nota de que no se pueden hacer concesiones como la del año pasado en la Pierre de Saint Martin, cuando no pudo responder al ataque de Froome en el primer día de montaña y quedó a remolque para el resto del Tour. Esta vez, desliza que “he completado algunos entrenamientos para soportar ataques fuertes. Hemos visto que cuando Froome arranca, a veces no le sigue nadie. Y deseo soportar sus
arranconazos en esta ocasión”.
Después, están las contrarreloj. No sin razón, varios expertos señalaron en 2015 que Quintana perdió su gran ocasión de vestir el amarillo porque sería difícil encontrar otra edición sin cronos. Dicho y hecho: el Tour recupera este año la especialidad con dos días de lucha individual, aunque conviene remarcar que la primera contrarreloj de la 13ª etapa, con final en Caverne du Pont-d’Arc, son 37 kilómetros rompepiernas, no aptos para rodadores puros, y que la segunda es una cronoescalada de 17 kilómetros entre Sallanches y Megève (18ª etapa).
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A Nairo no le asusta. Viene de ganar la contrarreloj de la Ruta del Sur ante Sylvain Chavanel y asegura que “me he centrado más en la disciplina porque cada vez es más importante para este tipo de grandes competiciones. Hemos cambiado de bicicleta y todo el trabajo nos ha ayudado para tratar de perder menos tiempo”.
La incógnita aquí será ver si esa mejora es a costa de la explosividad en la montaña, cuando para romper la cadena del Sky sea necesario sostener un altísimo ritmo tras los ataques. Para ello Quintana contará con el mejor Movistar posible, con Alejandro Valverde -podio en el Giro de Italia-, a la cabeza de un plantel diseñado para estar en todos los terrenos, con dos espléndidos rodadores, como el español Imanol Erviti y el portugués Nelson Oliveira; cuatro grandes escaladores, Dani Moreno, Winner Anacona, Jesús Herrada y Gorka Izaguirre, y un hombre que está cuajando una fabulosa campaña, Ion Izaguirre, campeón del Tour de Polonia y muy cerca del top 10 en el Giro de Italia.
Contador, fresco sin el Giro
Alberto Contador buscará filtrarse en la lucha apelando a una preparación que ha eludido el Giro de Italia, la carrera que minó sus posibilidades en 2015. Llega con 33 días de competición, en los que logró derrotar a Quintana en la Vuelta a País Vasco y superar a Froome en la cronoescalada del Dauphiné, antes de claudicar ante el Sky en la montaña. “Me falta velocidad”, dijo.
Mentalmente, Contador parece restablecido de las dudas que le llevaron a anunciar su retirada al final de esta temporada y asegura verse en la forma adecuada para asaltar el Tour, una carrera que no gana desde 2009. El pinteño quiere cerrar su etapa en el Tinkof a lo grande y lo hará rodeado de un equipo en el que sobresale otra de las grandes estrellas del pelotón mundial, el eslovaco Peter Sagan.
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Lejos de ver un problema en compartir protagonismo con el actual campeón mundial, Contador ve una ventaja: “Es el corredor con más clase que he visto en mi carrera. En un momento dado puede desequilibrar el Tour, contar con él supondrá una ventaja, no un inconveniente”. Tras el especial apoyo de Sagan, Contador tendrá otros dos gregarios de lujo en el polaco Rafal Majka y el checo Roman Kreuziger.
Más allá de los tres grandes nombres, el Tour de Francia 2016 presenta una segunda guardia de favoritos con capacidad de entrar en una lucha cerrada por el podio. En ella destaca el Astana de Fabio Aru y Vincenzo Nibali, que tras ganar de forma espectacular el Giro de Italia llega a Francia como teórico ayudante del sardo, ganador a su vez de la última Vuelta a España.
De todos los favoritos, Fabio Aru es el que menos ha aparecido este año. Ganó una etapa de mucha calidad en el Dauphiné, pero nada más. Ni siquiera un top 10 en carreras World Tour. El hecho de que Aleksandr Vinokúrov haya apostado por apuntalar el equipo con Nibali parece una medida preventiva para garantizar una respuesta en caso de que falle Aru, más teniendo en cuenta que dos de los mejores escuderos del equipo, Jacob Fuglsang y Tanel Kangert, vienen de una zurra importante en el Giro de Italia.
Pero si se tiene además a Paolo Tiralongo, Luis León Sánchez y al prometedor italiano Diego Rosa, la opción del equipo azul no parece que vaya a tener un problema de cojera colectiva.
La segunda línea de favoritos vuelve a incluir a la armada francesa con los nombres de Thibaut Pinot y Romain Bardet en primer plano, y Warren Barguil en segundo, aunque para acabar con el mal endémico de la falta de regularidad se haga necesario un importante paso al frente.
Pinot, con 26 años ya cerca de la edad ideal, ha ganado el Critérium Internacional, el campeonato nacional francés de contrarreloj y se ha adjudicado con brillantez etapas en el Dauphiné y en Romandía; y Bardet, dos top 10 en la General del Tour, más la victoria de etapa el pasado año, ha convencido a Vincent Lavenu para liderar el AG2R por delante del italiano Domenico Pozzovivo.
No obstante, y como casi siempre que se habla del Tour de Francia, quizá sea mejor guiarse por aspectos relacionados con la fiabilidad en carrera. En ese sentido, habrá que seguir de cerca al BMC de Richie Porte y Tejay Van Garderen, y al Katusha de Purito Rodríguez, que a sus 37 años, y avalado por su podio en 2013, ha realizado una preparación encaminada a estar otra vez arriba en la General.
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Recorrido para escaladores
El Tour de Francia 2016 vuelve a realizar una apuesta por los trazados montañosos, con nueve etapas sobre el total de 21, que incluyen cuatro finales en alto: Andorra Arcalís, el mítico Mont Ventoux, el inédito Finhaut-Emosson y Saint-Gervais Mont Blanc. Sin embargo, Alberto Contador apunta a la 20ª etapa, el sábado previo a París, porque “puede decidir el Tour”.
Ese día se subirá el tremendo Col de la Joux Plaine, antes de la clásica llegada a Morzine. Y casi siempre allí han pasado cosas. Las dos contrarreloj y varias llegadas trampa, con cotas cortas pero muy duras, completan un recorrido de 3.519 kilómetros en el que primero se afrontarán los Pirineos, desde la segunda semana, y después los Alpes.
En cierto modo, una vuelta al diseño clásico con un terreno que dará mucho juego a los aspirantes a desbancar a Froome y romper el temible Tren del Sky.
Lucha contra el ‘dopaje mecánico’
La carrera, retransmitida por más de 100 canales de televisión a 190 países, volverá a romper registros de seguimiento y, este año, de seguridad, con un despliegue de 23.000 gendarmes.
Además, el escándalo de la ciclista Femke Van den Driessche, en cuya bicicleta encontraron un motor durante el Campeonato del Mundo de ciclocross, ha llevado a la organización de la ASO y a la propia UCI a implantar entre 3.000 y 4.000 controles para combatir el llamado dopaje mecánico.
Si la UCI había estado utilizando magnetómetros para medir la densidad del flujo magnético de las bicis, utilizando tablets y software específicos, ahora, con la colaboración de la Comisión de la Energía Atómica y el Centro Nacional para la Investigación Científica, se utilizarán cámaras térmicas portátiles para medir las propiedades térmicas de las bicicletas, que no sólo se utilizarán antes y después de cada etapa, sino que también se instalarán en las motos de la organización y en bordes de la carretera situados en puntos secretos.
Por si quedara algún cabo sin atar, se habla de que en próximas ediciones se controlarán las bicis con dispositivos instalados en los helicópteros que siguen la Grande Boucle.