El Tour de Francia femenino ha vuelto en 2022. Un regreso histórico, ya que la prueba no se celebraba desde 1989. Y lo hace a lo grande,
del 24 al 31 de julio.
A su grandeza contribuye la simbólica salida de la prueba, que se ha hecho coincidir con la llegada a París del Tour masculino. A partir de ahí,
1.029 km en ocho etapas que discurren por el norte de Francia. Una de ellas, la quinta, de 175 km (algo excepcional, ya que la UCI establece por norma un máximo de 160 km).
Pero la
traca final, como no podía ser de otro modo, se guarda para la última jornada. El 31 de julio, las ciclistas se enfrentarán a la ya mítica cima de
Super Planche des Belles Filles, en los Vosgos. Allí donde Tadej Pogačar escribió una de las páginas más gloriosas de la historia reciente del Tour de Francia.
La etapa reina. Etapa 8: domingo 31 de julio, Lure - La Super Planche des Belles Filles, 123 km.
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Imagen: Perfil de la etapa reina.[/caption]
Después de siete días de competición, las ciclistas se enfrentarán a un último día brutal. Primero será la subida del Ballon d'Alsace, para acabar en las rampas de gravilla al 24% que culminan en Super Planche des Belles Filles.
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Imagen: A.S.O./Fabien Boukla[/caption]
Por primera vez, la ronda gala cuenta con cobertura televisiva en vivo. Un aspecto crucial para lograr, por fin, que las estrellas femeninas del ciclismo resulten familiares para el gran público.
Sin duda, nos encontramos en
un punto de inflexión: ha llegado el momento en el que la retransmisión de ciclismo femenino en directo ha dejado de ser una curiosidad para convertirse en la norma. La tendencia es imparable.
La organización de la prueba remarca el
impacto mediático y económico, que debería contribuir a la estabilidad financiera y al aumento de los salarios de las ciclistas. A modo de curiosidad, y sin entrar en comparaciones odiosas, el premio en metálico para las chicas asciende a 250.000 euros, frente a los 2,3 millones asignados al evento masculino.
Historia del Tour femenino
El Tour es, a día de hoy, la primera carrera por etapas femenina impulsada por la Organización Deportiva Amaury
(ASO) en Francia. Recordemos que ASO es el organizador de la carrera masculina. De ahí, en parte, el enorme impacto mediático.
Sin embargo, el interés por organizar una prueba femenina a imagen y semejanza del Tour
de toda la vida no es nuevo. De hecho, los primeras intentonas se remontan a mediados del siglo XX.
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Imagen: A.S.O./Thomas Maheux.[/caption]
El primer intento, en 1955
La primera tentativa para el impulso de un Tour de Francia femenino tuvo lugar en 1955, gracias al empeño del periodista deportivo francés
Jean Leulliot. A Leulliot le avalaba el hecho de haber dirigido la París-Niza durante 25 años. Su pretensión inicial era diseñar un trazado de siete etapas, de entre 80 y 100 km, pero tuvo que conformarse con cinco.
En aquella época, ni siquiera existía el Campeonato del Mundo de ciclismo en ruta femenino (el primero se organizó en 1958), y la propia Federación Francesa apenas organizaba carreras.
En el Tour de Francia de 1955 tomaron la salida 41 mujeres, con la victoria final de Mildred Jessie
Millie Robinson (como curiosidad, fue también una gran esquiladora de ovejas). Resultó
flor de un día, ya que no volvió a organizarse un Tour de Francia femenino hasta los años ochenta.
1984-1989: Tour de Francia Femenino
En 1984, la
Société du Tour de France, entonces organizadora del Tour de Francia masculino, presentó una versión femenina. Durante seis años, el Tour de Francia Femenino se disputó en paralelo. El kilometraje era menor, pero la meta se situaba en el mismo lugar. La primera edición contó con 18 etapas, reduciéndose hasta 11 en su último año, en 1989.
La estadounidense Marianne Martin ganó la primera edición de la carrera (1984). La italiana Maria Canins ganó la segunda y la tercera (1985-86), y la increíble Jeannie Longo se hizo con las tres últimas ediciones (1987-89).
En 1989, Jean-Marie Leblanc (director del Tour de Francia en aquella época) anunció la suspensión el evento, aludiendo falta de rentabilidad económica.
1990-1993: Tour de la CEE femenino
Sin el respaldo de la
Société du Tour de France, otras entidades y clubes se unieron para mantener vivo un Tour de mujeres. Fruto de esta colaboración surgió el Tour de la CEE femenino, que se disputó entre 1990 y 1993, con recorridos que oscilaron entre las nueve y doce etapas. Su primera vencedora fue la cuatro veces campeona del mundo, la francesa Catherine Marsal.
No hay mucha documentación sobre estos años. Quizás porque la
Société du Tour de France, que pasó a formar parte de ASO en 1992, optó por no reconocer la prueba.
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Imagen: A.S.O./Thomas Maheux.[/caption]
1992-2009: del Tour Ciclista Femenino (1992-1997) a la Grande Boucle (1998-2009)
En 1992, otro periodista francés,
Pierre Boué, lanzó el
Tour Ciclista Femenino para llenar el vacío dejado por su antecesora en 1989.
La carrera se disputó con relativo éxito durante más de década y media. No faltaron, sin embargo, problemas como la falta de patrocinio estable y cuestiones tales como la falta de alojamiento digno, las salidas neutralizadas innecesariamente largas, o los premios en metálico no pagados.
Además, Boué tuvo problemas para encontrar ciudades dispuestas a albergar etapas, lo que provocaba largos traslados y problemas para organizar ediciones con un número de etapas estable.
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Imagen: A.S.O./Fabien Boukla[/caption]
Antes de la edición de 1998, ASO (empresa organizadora del Tour de Francia) denunció que el nombre de la carrera (
Tour Cycliste Féminin) atentaba contra sus derechos de propiedad por ser marca registrada. Por lo tanto, en 1998, la carrera pasó a denominarse
Grande Boucle Féminine Internationale.
Fue la época en la que la ciclista española
Joane Somarriba se adjudicaría la victoria hasta en cuatro ocasiones. Años en los que la presencia de profesionales se combinaba con un pelotón esencialmente
amateur.
Durante 12 ediciones, las mujeres afrontaban un promedio de 13 o 14 etapas por edición. Pero tras una pausa en 2004, la prueba regresó con un alcance menor. La Grande Boucle comenzó su declive. En 2009, tan solo 66 ciclistas tomaron la salida; después de cuatro etapas, la carrera firmó su defunción. Nuevamente, las dificultades financieras, la falta de patrocinio y el desinterés general fueron argumentos para poner el punto final.