Las bicicletas de carbono se han convertido en el estándar mayoritario en gamas medias-altas y son, por lo general, la gran aspiración de todo ciclista que quiera mejorar su bici. La fama del carbono como material para la construcción de cuadros es tal que en el segmento del ciclismo de carretera ha desplazado completamente al aluminio. En Tuvalum, por ejemplo,
9 de cada 10 bicicletas de carretera que se vendieron en 2021 tenían el cuadro de carbono. Y en montaña, aunque la brecha entre carbono y aluminio es más estrecha, el primero también se impone en ventas a partir de determinadas gamas.
Pero, ¿significa esto que es la única opción de compra acertada? ¿Ha dejado de merecer la pena comprarse una bicicleta de carretera de aluminio? ¿Necesitas realmente comprar una bicicleta de fibra de carbono? Si te has planteado estas dudas, te ayudamos a resolverlas. Analizamos los pros y contras de este
material en la fabricación de cuadros y su utilidad real, dependiendo del tipo de ciclismo que practiques.
Un poco de historia, ¿cuándo surgieron las bicis de carbono?
La fibra de carbono comenzó a utilizarse en la fabricación de bicicletas a finales de los años 1980 como un material experimental para prototipos de cuadros de carretera y contrarreloj. Look fue el principal impulsor de este material para la fabricación de cuadros.
Esta marca francesa aprovechó la gran inversión del famoso empresario Bernard Tapie, que compró la marca, para innovar en el desarrollo de nuevas tecnologías para la bicicleta. Así nació en 1986 la primera bicicleta de carbono de la historia, la Look KG 86 con la que Greg Lemond ganó el Tour del mismo año. Un modelo que combinaba la fibra de carbono con kevlar y racores de aluminio para rebajar peso y obtener un mejor rendimiento, sobre todo subiendo puertos.
Desde entonces varias marcas como Bianchi, Lotus o Vitus se sumaron a la fabricación de bicis con carbono en los primeros años 1990. Una evolución a la que acabaron uniéndose grandes fabricantes como Trek, Specialized o Cannondale a finales de esa década y comienzos de los 2000. Estas marcas fabricaron de forma masiva modelos tanto en carretera como en montaña, con técnicas más avanzadas de moldeado y uso de fibras con mayor rigidez y resistencia.
¿Son todos los cuadros de carbono iguales?
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Imagen: Boggy[/caption]
Esa evolución de los procesos de fabricación trajo consigo diferentes composiciones de las fibras según la marca o el modelo para potenciar unas cualidades u otras dependiendo del tipo de ciclismo practicado o de la zona del cuadro a mejorar. Seguramente hayas oído hablar de las fibras unidireccionales UD, de las 3K y de las 12K, entre otras, pero no sepas diferenciarlas. Hacen referencia a la diferente composición y trenzado de las fibras, potenciando unas propiedades sobre otras:
Fibras K (3K, 6K, 12K...)
Hace referencia a la forma en la que está tejido el carbono que conforman los tubos del cuadro y componentes como bielas, manillares, etc. Las fibras K son las causantes del auge comercial de las bicicletas de carbono, gracias a su trenzado en cruz que ofrece mayor rigidez y consistencia. En cuanto al número, hace referencia al espesor de ese trenzado. Las 3K cuentan con 3.000 filamentos por fibra; las 6K 6.000 filamentos por fibra; las 12K 12.000 filamentos por fibra, y así sucesivamente. Cuantos más filamentos tenga el carbono, más resistente y ligero es el material, ya que acaba utilizándose menos resina epoxi para su unión.
A la hora de valorar una bici de carbono, es importante fijarse en el tipo de fibras del cuadro (3K, 12K, unidireccionales, etc)
Fibras UD
En las últimas temporadas el carbono de fibras unidireccionales se ha convertido en el carbono más eficiente para la fabricación de cuadros, sobre todo en gama media y alta. Las fibras unidireccionales -denominadas fibras UD- se diferencian de las de tipo K en que están trenzadas todas en una dirección en lugar de estar cruzadas. Esto hace que el cuadro necesite menos resina y las fibras actúan como un bloque más sólido y ligero.
Ventajas de las bicicletas de carbono
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(Imagen: Pablo Guerrero - Unsplash)[/caption]
El beneficio ligereza/rigidez es el principal y más comentado que seguramente hayas escuchado sobre el carbono. Pero este material tiene otras ventajas muy interesantes. Repasamos las principales:
1. El peso: más ligero que el aluminio
Si quieres una bicicleta ligera que no te lastre al rodar, subir, etc., tienes que mirar opciones en carbono inevitablemente. Otra opción si tu presupuesto es más limitado es ir mejorando el montaje introduciendo algunos componentes de carbono: manillar, tija, bielas, ruedas, etc. El ahorro de peso medio con respecto a un cuadro de aluminio es notable, de en torno a 1 kg, aunque puede ser mayor dependiendo del modelo o la marca. Esto no significa necesariamente que todas las bicicletas de carbono sean más ligeras que sus equivalentes en aluminio, ya que el peso conjunto de una bicicleta no sólo depende del cuadro, sino otros elementos como las ruedas, grupo de cambio, ruedas, etc.
2. La resistencia
La composición de los filamentos de carbono es de por sí muy resistente a impactos y al calor. Y si a eso le unimos su trenzado y unión tenemos como resultado tubos muy sólidos que además resultan muy resistentes a impactos, al calor o a la corrosión. En el siguiente vídeo se muestra un test de resistencia de tubos de diferentes materiales (acero, aluminio, kevlar...) donde puedes ver la resistencia de la fibra de carbono te tipo composite (generalizada en la fabricación de cuadros) en comparación con el resto de metales.
https://youtu.be/mnDL6E9NoF8
3. La elasticidad y capacidad de absorción
Su composición mediante hilos unidos con resina (generalmente de tipo epoxi) ofrece una estructura flexible y absorbente. Además, muchos fabricantes como Cannondale o Trek juegan con el espesor de las fibras en determinadas zonas del cuadro (vainas, tirantes, dirección) para absorber más o menos impactos provenientes del terreno. El carbono, en general, es un material con el que se puede variar las geometrías y formas de los tubos del cuadro para adaptarse a necesidades concretas del ciclista. Esto le confiere una mayor capacidad para absorber las irregularidades del asfalto y del terreno y ofrecer una mayor comodidad al ciclista.
4. Mayor nivel de integración
Esta capacidad de personalización del cuadro de la que hablábamos en el punto anterior permite fabricar cuadros con tubos más estilizados y de menor tamaño que los de aluminio, además de jugar con diferentes perfiles, formas o secciones. Las uniones de los tubos apenas se notan y en él se pueden integrar mejor los componentes y conseguir un mayor rendimiento aerodinámico.
Desventajas del carbono
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Imagen: Frans Ruiter - Unsplash)[/caption]
No todo son ventajas. Aunque el carbono es un material que ofrece unas prestaciones muy altas en cuanto a ligereza, rigidez y comodidad, también presenta una serie de inconvenientes que no hay que tener en cuenta a la hora de decidirse por una bicicleta de carbono o de aluminio. Éstas son las principales desventajas:
1. El precio: son bicicletas más caras
El coste de la materia prima de fibra de carbono es mayor que el del aluminio. Cuesta más generarlo y procesarlo. Además, el moldeado y fabricación de cuadros o componentes es mucho más costoso que materiales como el aluminio y el acero. Todo ello repercute en el precio. Actualmente el carbono sigue reservado para bicicletas de gama media y alta, con precios de partida de modelos nuevos de 1.700 euros en adelante para montaña o carretera. Si tu presupuesto es menor una opción interesante es comprar una
bicicleta de carbono de segunda mano. Para compensar el alto precio del carbono algunas marcas recurren a integrar componentes de gamas bajas con sus modelos de entrada para bicicletas con cuadro de carbono.
2. Reparaciones más costosas
Las roturas de cuadros de carbono no se dan con tanta frecuencia como se cree. Acaba siendo un material tanto o más resistente que el aluminio. Sin emabrgo, en caso de rotura la fragilidad es mayor y su reparación en taller más compleja y cara. Es un punto que valorar, aunque con unos
cuidados básicos y frecuentes puedes reducir las posibilidades de rotura.
3. Mayor sensibilidad en fricciones y pares de apriete
Una de las fisuras maś habituales en los cuadros de carbono se produce por un exceso de apriete del cierre de la tija en el cuadro. Aunque el carbono es un material muy rígido y resistente, esta dureza obliga a que haya que tener más cuidado a la hora de ensamblar otros componentes. Por eso es esencial contar con pasta o grasa de montaje especial para carbono para ensamblar una tija o manillar. Asimismo, a la hora de atornillar es muy importante que respetes el par de apriete (expresado en Nm) facilitado por el fabricante. Si aprietas mucho, la posibilidad de fisura o rotura puede ser mayor que en un cuadro de aluminio.
4. Material no reciclable
Otra desventaja que no es trivial es la huella de carbono que genera el carbono. La fabricación de un cuadro de bicicleta de este material tiene un gasto energético mayor y genera más residuos que el aluminio o el acero. Además, a diferencia de estos últimos materiales, el carbono es muy difícil de reciclar. Una vez degradado sólo se puede recicla parte de la resina epoxi de su composición, el resto es altamente contaminante y suele acabar pudriéndose en vertederos o incluso en ríos y mares.
Mitos y leyendas sobre los cuadros de carbono
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Imagen: Depositphotos[/caption]
La fibra de carbono como material estrella de la fabricación de bicicletas está rodeado de multitud de mitos y leyendas que es conveniente desmentir. A la hora de mirar opciones de compra no te dejes influir por este tipo de clichés y busca datos veraces y contrastados en marcas consolidades, medios de comunicación especializados, estudios de ingeniería, etc.
Mito 1: el carbono es más frágil que el aluminio
Esta afirmación es una verdad a medias que conviene aclarar. Las diferentes pruebas de resistencia a impactos otorgan a la fibra de carbono composite una solidez mayor que las del acero o la aleación de aluminio. Asimismo, su resistencia a la corrosión y a los cambios de temperatura también es superior. En general, se aísla más del exterior. Esto se traduce en que la degradación o riesgo de rotura por desgaste de un carbono de calidad es menor con respeto a un cuadro equivalente en aluminio o acero. Sin embargo, precisamente debido a su mayor rigidez y solidez, ante un impacto directo de gran potencia el carbono no se deforma sino que tiende a resquebrajarse. De ahí la asunción de que es más frágil que el aluminio.
Mito 2: sólo tiene beneficios en competición
Éste es un mito que se va desterrando cada vez más, por fortuna. Aunque aún hay muchos ciclistas que creen que no hay diferencias sustanciales para un uso amateur de la bicicleta. Como ya hemos explicado, el carbono no sólo otorga mayor ligereza y mejores niveles de rigidez, que se aprovechan en cambios de ritmo o para generar más vatios. También aporta comodidad y absorción a la hora de superar obstáculos y rodar por terreno irregular. Este mito es fácil de desterrar: prueba a rodar 100 kilómetros con una bicicleta de aluminio y compáralo con realizar el mismo trayecto en una bicicleta de carbono. A igualdad de componentes y montaje la bicicleta de carbono ofrece una mayor comodidad en rutas largas.
Mito 3: el carbono necesita más cuidados
El carbono puede que presente mayor sensibilidad a la hora de ensamblar componentes. Pero más allá de usar grasa de montaje específica y no pasarse con el par de apriete, requiere prácticamente los mismos cuidados que otros materiales como el aluminio o el acero. Incluso menos, ya que no es propenso a la oxidación o a la corrosión.
Conclusiones
Una vez vistas las características del carbono, queda responder a la pregunta con la que abrimos este artículo. Sin duda una bicicleta de carbono acaba teniendo muchos más pros que contras que una bicicleta de aluminio. Podemos aconsejarte la compra de una bicicleta de carbono si realmente te tomas en serio la práctica del ciclismo y quieres ganar en rendimiento y comodidad.
La inversión, que cada vez es más asumible debido a su generalización en gamas más económicas, acaba mereciendo la pena en todos los aspectos y para todas las modalidades. Incluso las más radicales en biciclismo de montaña como el enduro o el descenso. Sin embargo, no recomendamos este tipo de bicicletas si vas a montar en bici de forma ocasional o para realizar rutas cortas, poco exigentes y sin grandes objetivos deportivos, donde hay menos necesidad de ir rápido. Tampoco para usos que no sean el estrictamente deportivo, como por ejemplo desplazamientos urbanas de casa al trabajo. Para todo lo demás, te decimos sí al carbono.