La fractura de estrés de la tibia es una lesión frecuente en triatletas que tienen una importante carga de entrenamientos. Se presenta con dolor difuso en el tobillo, relacionado con el esfuerzo, y que cede con el reposo, tornándose continuo si progresa la lesión sin ser diagnosticada. Puede ser fácilmente confundida con otras patologías si no se realiza una buena historia clínica y una exploración física. El eje de la tibia presenta una forma de "S", que constituye la forma óptima de esta estructura para soportar las cargas axiales que sobre ella se imponen, sobre todo en la parte distal, donde con mayor frecuencia suceden este tipo de fracturas, unos 6 centímetros por encima del tobillo.
Causas de la fractura por estrés de tibia
La fracturas de estrés por fatiga se producen en un hueso sin alteraciones, a consecuencia de una carga excesiva (traumatismos de repetición o de una excesiva actividad muscular repetitiva), para la cual la estructura ósea no está preparada. Existen una serie de factores que predisponen a sufrir esta lesión:
- Sobreentrenamiento.
- Errores en la técnica de carrera.
- Alteraciones de la biomecánica de la carrera.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de estas fracturas está basado en la historia clínica y en la exploración física. Clínicamente el síntoma más importante es el dolor, que al comienzo es leve y difuso después del entrenamiento en la zona de la fractura, y que desaparece con el reposo. De no ser diagnosticado y tratado de forma precoz, persiste aún con el reposo e incapacita al triatleta para sus entrenamientos. Realizar un diagnóstico diferencial con sinovitis, tendinitis, tendinosis, o atrapamientos nerviosos mediante diagnóstico ecográfico resulta fundamental para escoger el tratamiento adecuado, ya que la fractura tiene un protocolo muy distinto. Para corroborar el diagnóstico, se pueden realizar las siguientes pruebas de imagen:
- Radiografía simple: donde los primeros cambios en el hueso (banda de esclerosis, línea de fractura, formación de hueso perióstico) aparecen a partir de la tercera semana del comienzo de los síntomas.
- Ganmagrafía ósea Tc99: la cual presenta un aumento de captación en la línea de fractura.
- TAC: muy útil para realizar diagnóstico diferencial.
- RMN: muy sensible y altamente específica.
Cómo tratar la fractura por estrés de tibia
El tratamiento es fundamentalmente conservador, sin ser necesarias las inmovilizaciones, pero con una modificación de la actividad durante 6-8 semanas. En su fase aguda es preciso evitar la carga en la pierna que tiene la fractura. También se recomienda utilizar fisioterapia convencional (magnetoterapia, drenaje de la inflamación, crioterapia, etc.), así como tratamiento farmacológico. En fase crónica el tratamiento requiere propiocepción y potenciación. La vuelta a los entrenamientos tras superar una fractura por estrés de tibia será de forma progresiva, realizando en primer lugar ejercicios en el agua, en descarga, e introduciendo la carga y el impacto poco a poco, bajo supervisión del readaptador físico y con revisiones periódicas por parte del fisioterapeuta o podólogo.