La periostitis tibial o síndrome de estrés tibial medial, es una patología frecuente entre corredores por la sobrecarga ósea debido a la repetición continua de impactos. Por este gesto repetido, los músculos que están en la tibia se irritan y provocan un dolor en la parte anterior de la pierna durante el ejercicio que, de no ser tratado, incapacita para la actividad.
La tibia es un hueso largo de la pierna, que articula proximalmente con el fémur, la rótula y el peroné, y distalmente con éste y con el astrágalo. Está recubierta por periostio, vaina fibrosa que contiene vasos sanguíneos y nervios que proporcionan nutrición y sensibilidad al hueso respectivamente.
La tibia posee dos músculos que interviene directamente con la periostitis, el tibial anterior, que recorre el borde externo de la tibia y cuya función entre otras es la flexión dorsal del pie, y el tibial posterior, que se sitúa posterior a la tibia y en la membrana interósea, con la función de flexión plantar del pie. Ambos estabilizan el arco plantar en la carrera.
¿Qué provoca la periostitis tibial?
Los músculos tibial anterior y posterior se tornan insuficientes para controlar el aterrizaje del pie y el despegue de éste, provocando que la carrera sea deficiente biomecánicamente. Esto junto con las causas que ahora se citan, provocan la periostitis tibial:
Sobreuso por entrenos excesivos.
Mala biomecánica de la carrera.
Calzado inadecuado.
Calzado desgastado y sin amortiguación.
Hiperpronación del pie.
Carrera sobre terreno muy duro.
Inicio al running de forma poco progresiva.
Rotación externa o interna de cadera excesiva.
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Cómo detectarla y tratarla
El corredor comienza notando una sensación de quemazón o dolor sordo en la cara anterior de la pierna, que se alivia con el reposo, pero que vuelve con la práctica de la actividad, llegando incluso a dificultar su ejecución.
El diagnóstico se hace principalmente con la exploración y la historia clínica, siendo aconsejable realizar un estudio biomecánico de la marcha para completarlo.
El tratamiento de la periostitis tibial consiste en disminuir la cargar de entrenamiento. Si se realiza actividad deportiva por superficie dura, como el asfalto, es necesario cambiarla por una superficie más blanda. Cuando se termine de hacer deporte aplicaremos hielo en la zona afectada durante 15 minutos y estiraremos la musculatura que le rodea (soleo y gemelos) junto al tibial anterior y peroneos. Si el dolor persiste será recomendable hacer un estudio biomecánico de la pisada para la aplicación de una ortesis plantar que disminuya el estrés al tejido afectado.
Otra vía de tratamiento son las ondas de choque y el plasma rico en plaquetas, pero el principal tratamiento es el reposo de la actividad deportiva que implique cargar en el pie. Se podrá sustituir por deportes de no impacto, como el ciclismo o la natación. La vuelta a la actividad deportiva será progresiva y bajo control fisioterapéutico o del readaptado deportivo. En el caso del que el tratamiento fracase, la cirugía será de elección.
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¿Se puede prevenir?
Existen una serie de recomendaciones para prevenir la aparición de la periostitis tibial. Entre éstas destacan las siguientes pautas:
Buena planificación de los entrenamientos.
Calzado adecuado para tu tipo de pisada y en buen estado.
Buen calentamiento antes de empezar la actividad deportiva.
Estiramientos después de la actividad deportiva (tibial anterior, peronés, gemelos, soleo).
Propiocepción de tobillo.
Evitar, dentro de los posible, correr en superficies duras.