📺 Para empezar. Antes que nada, ¿te parece que conozcamos a nuestro protagonista en su faceta más deportiva? Dale al play y descubre la importancia de la bicicleta en su vida cotidiana.
¿Cómo surge esa inquietud por contar historias relacionadas con la bicicleta? Siempre me ha gustado la bici y he practicado ciclismo desde chaval. Cuando me decanté por el periodismo y la escritura, vi que era un aliado maravilloso para viajar y contar historias, una materia prima excelente. Las peripecias deportivas de hace 80 o 100 años son muy llamativas y la gama de personajes es enorme: de los más luminosos a los más oscuros. Desde el más generoso de los héroes al mayor tramposo. Un paisaje humano que para la literatura es un tesoro. Siempre quise contar grandes historia de ciclismo, tanto épicas como trágicas, cómicas y hasta ridículas. Y que todas ellas sirvieran para entender el contexto social y políticos de países como Francia e Italia: las guerras, las dictaduras, la presencia de la mujer en el ciclismo… Por lo demás, la escritura y el pedaleo siempre han ido juntos. De hecho, para escribir mejor necesito salir cada dos o tres días para despejarme la cabeza. ¿Cómo es el proceso de creación de tus libros sobre ciclismo? El objetivo es descubrir historiones. El proceso de investigación es divertidísimo y disfruto un montón. Siempre tienes algunas ideas preconcebidas, pero es un mundo lleno de sorpresas. Es un descubrimiento constante que me encanta compartir con el lector. En las hemerotecas encuentras testimonios, crónicas y episodios fabulosos que desconoces. A veces, ocurre que lo que te han contado como mito ocurrió realmente de forma muy distinta. El libro del Giro me ha permitido entrevistar a ciclistas como Marino Lejarreta o Miguel Mari Lasa. Estuve también hablando con Florinda Parenti sobre el ciclismo femenino de los años 60 y es de las historias más asombrosas que he conocido. ¿Cuáles son los personajes que más te han impactado en tus investigaciones? Por un lado, están los grandes campeones que todo el mundo puede conocer. Pero luego hay personajes secundarios fascinantes. Podemos hablar de la propia Parenti, o de Luigi Malabrocca, un ciclista que competía por ser el último del Giro y llevarse la maglia negra. Pero hay un personaje especialmente potente del que hablo en Plomo en los Bolsillos: Roger Walkowiak. Un ciclista que ganó el Tour de 1956, pero que se arrepintió de ello toda su vida. Walkowiak era un corredor de segunda fila que aquel año se metió en escapadas en la primera semana del Tour. Acumuló una gran ventaja y resistió los ataques de los favoritos. Sin embargo, la crítica arremetió contra él: que si había sido un Tour muy flojo, que si un ganador como él desprestigiaba la carrera... Sufrió tanto que se retiró muy joven del ciclismo. Siendo muy mayor, apareció en la televisión francesa casi sollozando. No quería hablar del Tour que ganó ni con su mujer porque para él fue una "herida". Es increíble cómo lograr lo máximo te puede destruir la vida. Es como de tragedia griega. Plomo en los bolsillos es tu primer libro sobre ciclismo y ya se ha convertido casi en un clásico. ¿Sorprendido? Plomo en los Bolsillos es un libro con una historia muy peculiar porque no ha dejado de crecer. La primera versión salió en 2005 a raíz de un concurso de literatura organizado por el diario Marca. En 2012 lo reeditamos con Libros del K.O. y desde entonces ha tenido una gran proyección. Recuerdo una presentación del libro en Santander. Se me acercó una señora de casi 100 años y resulta que era la mujer del mismísimo Vicente Trueba, de La Pulga de Torrelavega, que fue el primer Rey de la Montaña del Tour, en 1933. Compartió conmigo un montón de recortes y recuerdos, y no tuve más remedio que construir con ello un nuevo capítulo del libro. Hablando de tu libro sobre el Giro, tu relato finaliza con Froome y compañía. ¿Pero cuál sería ese capítulo que te gustaría añadir a continuación? Lo tengo claro: uno sobre Mikel Landa. Hay personajes que crean historias aunque no sean ganadores. Para empezar, Landa es un tipo con una relación muy peculiar con Italia. Además, es un ciclista con una curiosa creación de expectativas que no suelen cumplirse. Me gustaría saber cómo lo lleva él. Creo que Landa es una persona que reflexiona sobre su papel el circo del ciclismo, que comprende el espectáculo. Me llama la atención su carácter, cómo gestiona la decepción. Él mismo alimenta esas expectativas y no teme defraudarlas. ¿Te seducen más los personajes secundarios que las grandes leyendas del ciclismo? Depende. Hay hazañas de ganadores que pueden ser, incluso, aburridas. Me interesan mucho los personajes con claroscuros. Por ejemplo, Armstrong: una historia heroica que acabó en la mayor trampa de la historia del deporte. Pantani tiene una historia muy dura y muy triste. Profundicé bastante en sus cartas, en los libros publicados en Italia sobre su figura… Es la terrible historia de una máquina que devora a un ser humano. Murió con 34 años de sobredosis, solo, en un hotel en invierno…
📺 ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? El autor habla en este vídeo de la fascinación que provoca el ciclismo de los viejos tiempos.
¿Piensas que cualquier tiempo pasado (ciclista) fue mejor? El tiempo es un elemento clave. Cualquier historia de hace 100 años nos flipa. Era todo muy exótico: las bicis eran pesadísimas, las etapas tenían 400 km, las carreteras de gravilla, las nevadas… Los ciclistas eran personas bastante brutos, salvajes. Unos personajes tremendos que hoy ya no existen. Todo lo que pasó antes nos llama la atención. Suelen decirme que el ciclismo nunca dará historias como las de antes, pero discrepo. ¿Quién podía pensar que se disputaría un Giro en octubre por culpa de una pandemia mundial? Luego tienes personajes como Ullrich, que hace pocos años fue un gran ciclista y hoy está a punto de caerse por un barranco vital. Tienes mil historias que dentro de 20 años sorprenderán. Lo que hoy nos parece cotidiano, será sorprendente. No tengo duda de que el ciclismo seguirá creando grandes historias. Además de escribir sobre ciclismo, eres una buen aficionado a la bicicleta. ¿En qué lugar has sentido con mayor intensidad esa atmósfera de culto a nuestro deporte? Estos años he viajado mucho por Italia y me encanta la percepción que tienen del ciclismo como patrimonio cultural, paisajístico e histórico. Te pongo un ejemplo: la Strade Bianche, en la Toscana. Tú vas a Siena y esas mismas carreteras de gravilla por las que compiten los profesionales están preparadas para que el cicloturista vaya a disfrutar. Y hablo de cicloturismo en el sentido más puro de conocer un territorio a pedales. Es un territorio en el que todo son facilidades para andar en bici. Además, cultivan esa evocación del ciclismo de otra época. ¿Y si tuvieras que recomendar un lugar único? El Muro de Sormano, en Lombardía. Una carretera construida exclusivamente para hacer sufrir a los ciclistas y endurecer el Giro de Lombardía en los años sesenta. Un tramo de 2 km que fue resucitado, remodelado por paisajistas, decorado con frases legendarias de ciclistas... Lo han convertido en un escenario mítico del ciclismo y los aficionados acuden en peregrinación. Esa conciencia es la que echo en falta aquí. Nos gusta mucho el ciclismo de competición, pero descuidamos nuestra propia historia. En Lombardía, en los Dolomitas, en la Toscana... En todos esos lugares encuentras constantes referencias al Giro, a Pantani, a Coppi, a Bartali...